Mayo: mes de la familia… ¿pero qué familias celebramos?

15.05.2025 - Columna de opinión: En el Mes de la Familia, esta columna invita a reflexionar sobre los modelos familiares tradicionales y el urgente reconocimiento de las diversas formas de amar, criar y acompañar identidades LGBTIQA+ desde el hogar. Porque hablar de diversidad en casa también es cuidar.


Por Amanda San Martín, Gestora de Familia A Colores

Mayo es tradicionalmente celebrado como el Mes de la Familia. Sin embargo, esta conmemoración suele estar llena de modelos normativos y excluyentes que no reflejan la diversidad real de los hogares actuales y contextos de las familias chilenas. ¿Qué ocurre con las familias que no encajan en el cuadro clásico de mamá, papá e hijos? ¿Dónde quedan aquellas familias que crían con amor, pero fuera de los márgenes del binarismo o la cisheteronormatividad?

Muchas familias enfrentan desafíos enormes simplemente por respetar la identidad o la orientación de sus niñeces y adolescencias, y hacerlo en una cultura que muchas veces responde con rechazo o incomprensión. Y sin embargo, madres, padres y cuidadores siguen ahí: preguntando, aprendiendo, reconstruyendo el vínculo para que el hogar sea ese lugar seguro que se necesita, sobre todo con el temerario avance de discursos de odio hacia la comunidad LGBTIQA+.

Reconocer el esfuerzo de quienes se animan a preguntar, a dudar y a cambiar paradigmas en nombre de sus seres queridos es también reconocer que las familias están evolucionando. Y que acompañarlas en ese proceso no solo es urgente, es justo.

En este Mes de la Familia, ojalá el foco no esté solo en regalos materiales y celebraciones, sino también en abrir puertas a conversaciones incómodas, pero necesarias. Porque hablar de diversidad en casa es el primer paso para construir una sociedad más justa allá afuera.

En un país donde las diversidades sexoafectivas y de género aún enfrentan discriminación estructural, el Programa Familia a Colores (PFC) de Fundación Todo Mejora se consolida como una respuesta concreta que promueve espacios familiares seguros para niñeces, adolescencias y juventudes LGBTIQA+. Y no solo por lo que hace, sino por cómo lo hace: con escucha, contención y herramientas prácticas.

Durante 2024, el PFC realizó 52 consejerías, atendiendo a 71 personas cuidadoras en su primer año de funcionamiento. Aunque ese número pueda parecer modesto, el impacto real está en la profundidad del acompañamiento. Casi un 80% de las consultas se relacionan con dudas sobre la identidad de género, una realidad que muchas veces irrumpe en la vida familiar sin referentes, en un mar de desinformación y temor.

Los datos muestran que quienes más recurren a este espacio son madres de entre 40 y 49 años, lo que revela dos cosas: primero, que hay voluntad de aprender, y segundo, que la crianza respetuosa de niñeces, adolescencias y juventudes LGBTIQA+ no es un asunto generacional, sino de compromiso y responsabilidad de hacer las cosas bien.

Hablar del PFC en este mes es, entonces, una oportunidad para resignificar qué entendemos por familia. Para decir que no se trata de estructuras rígidas, sino de redes afectivas que se construyen desde el compromiso, el cuidado y el deseo de ver a cada integrante de la familia con el bienestar biopsicosocial que corresponde. Y que cuando una familia acompaña un proceso identitario con amor y respeto, está también transformando el mundo.

Celebrar el Mes de la Familia debería implicar reconocer todas las formas de familia, especialmente aquellas que se atreven a romper creencias, estereotipos y construir nuevas formas de amor. Y eso significa estar dispuestos a conversar sobre temas incómodos, romper silencios heredados, y hacernos cargo de las violencias que muchas veces ocurren entre cuatro paredes, sin que nadie más lo sepa. Porque mientras más familias se atrevan a ser parte del cambio, menos personas crecerán pensando que su identidad u orientación sexoafectiva es un problema que debe corregirse.

En este Mes de la Familia, que las flores no tapen las conversaciones que aún faltan. Porque hablar de diversidad en casa es, quizás, el acto más revolucionario y amoroso que podemos hacer.

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